Emilia Mazer

Entrevista

"El proceso de aprender es prueba y error"

emilia mazer

Una de las actrices más convocadas del espectáculo nacional, en especial, en obras dramáticas y comedias. Es una mujer y madre que mira el mundo desde lo cotidiano.

En la actualidad las obras dramáticas funcionan más tranquilas que las comedias, lo positivo es que se haya sostenido ‘La Ballena’. Siento que conmovió a la gente”, comenta Emilia Mazer sobre esta movilizante pieza que protagonizó junto a Julio Chávez; de las más comentadas de la cartelera porteña de la temporada, a punto de bajar el telón.

A días de estrenar el nuevo unipersonal en el Teatro Chacarerean, Emilia agrega: “La difusión de boca en boca funcionó, se habló más que nada de los trabajos actorales, porque creo que cumplieron con la expectativa de una película de alta repercusión. Ha sido importante la obra cuando las propuestas del teatro comercial hoy son mayormente comedias. Me paso de sincera pero la realidad es esa, tampoco vendamos que fue el suceso del año. Pero no digo que debería haber ocurrido otra cosa, sino que lo que ocurre también es lógico. Los productores eligen invertir en propuestas livianas que buscan la risa rápida. En cambio, ‘La Ballena’ es una historia fuerte, requiere de mucha atención y poner el cuerpo; hay mucha gente que le costaba ir a verla”, recuerda Mazer del drama norteamericano que tuvo la adaptación nacional con dirección de Ricky Pashkus.

-¿Cuál fue el balance?

-No suelo hacer balances porque no me miro desde afuera. Y no me miro desde afuera porque hago lo que siento. Mi gran búsqueda de toda la vida ha sido sentirme libre de ataduras.

-¿Cómo sería?

-Absolutamente libre en todo sentido: como persona y como actriz. Lo separo para poder encarar un personaje, me encanta componer personajes y me alejo de mí misma en el mundo emocional que le tengo que crear al personaje.

-¿Y de ese camino puede hacer un balance?

-En ese punto me siento con todo el balance a favor. Una persona feliz que disfruta de lo que hace y decidida a no hacer cosas que no me hagan sentir bien en nada, ni en lo laboral, ni en lo personal.

-Transita la profesión en diferentes andariveles ¿qué motiva a no quedarse en un sólo espacio?

-La prepotencia del trabajo diría Roberto Arlt. Me gusta trabajar y me gusta inventar. Y me gusta escribir y me gusta dirigir. Doy clases hace 30 años por inquietud, porque estoy viva, porque amo hacer esto.

EL LIBRO DE LA VIDA

“Una de mis grandes satisfacciones es ser la madre de Uma. Cumplí 60 años en noviembre del año pasado. Y me fui a pasarla con mi hija a una casa llena de ventanales y con un árbol precioso. Aquella noche mágica llovió mucho. Comimos, corté la torta, bárbaro. Y entonces se cortó el Wi-Fi donde estábamos”, recuerda Emilia Mazer, la mamá de Uma, la hija adolescente que cumplió “un profundo deseo de ser madre, pero se me hizo muy difícil -Emilia perdió varios embarazos por trombofllia-, con riesgos para mí y la nena”. Retornando al feliz presente, “no había electricidad, no podía cargar el teléfono, y me agarró ansiedad. Pues yo quería ver los mensajes de mis amigos. Y mi hija me dijo, ‘Ay mamá, ¿no trajiste un libro?’. Ella se puso a leer después de comer a Simone de Beauvoir y me prestó su libro de Julio Cortázar. Y me dije muerta de alegría, ‘esto para mí es algo bastante parecido a la felicidad’. Entonces siembro en ella, aunque el resultado no sea inmediato, porque de chica Uma no leía. Lo que entendí al fln, en esta etapa que estoy atravesando con ella y el mundo, es que las cosas de verdad llevan tiempo. Pero cuando uno llega a construirlas, hay algo de solidez profunda que no se rompe”, asegura.

“Ahora soy una señora grande, así que se acorta el tiempo y me da más ganas de hacer cosas. Mi energía creativa sigue siendo adolescente”, sostiene la actriz que se formó con enormes maestros del teatro.

La enseñanza no es un adicional de la actriz que se destacó en la serie “Mujeres asesinas”. Unos años antes, y en simultáneo al bombazo televisivo de “Verdad consecuencia”, Mazer abrió sus clases con algo que le enseñaron a ella misma de joven. “Me parece que hay un momento donde lo que uno ha ido aprendiendo, investigando, descubriendo, está bueno cederlo. Ser parte de una cadena de transmisión, que pase de generación en generación, este arte que se aprende haciendo. Entonces es en el hacer donde yo puedo encontrar las coordenadas para transmitir”, comenta Emilia, y asevera que esos roles no se mezclan cuando ella es quien recibe las órdenes de un director o realizador, “soy muy respetuosa de los trabajos”.

 -¿Con qué cosas disfruta Emilia?

-Con muy poquito. Eso no cambió desde la adolescencia. Disfrutaba salir con un novio o con una amiga. Y disfrutaba de sentarme en el cordón de la vereda a tener una charla filosófica desde el atardecer hasta la madrugada.

PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR

“Hoy la gente se frustra muy rápido”, reflexiona Emilia Mazer, aunque amplía el rango de edades, habitualmente señalados los jóvenes víctimas del vértigo tecno-social. “Hay veces que tengo nuevas generaciones de alumnos que empiezan a estudiar a los 50 años. Y esas también son nuevas generaciones porque empezaron recién. La gente no sólo no lee, sino que no termina de escuchar un mensaje del celular. Entonces se quedan con la suposición de algo que transmitís y no se dan el tiempo de reflexionar, de tamizarlo, de tratar de comprenderlo en el tiempo. Existe una necesidad de inmediatez, una satisfacción inmediata, y así, la fácil llegada a la frustración. Los ayudo a que entiendan que el proceso de aprendizaje también es un proceso de prueba y error, como lo que hacemos los actores cuando preparamos un trabajo, ensayamos, nos equivocamos, vamos por un camino que después comprobamos que no es el ideal, entonces buscamos otro. El proceso de aprender es prueba y error”, cierra la formadora de actores y experiencias.

Y era feliz. Y un poco soy lo mismo hoy. No necesito mucho más que eso. No necesito grandes cosas, ni grandes posesiones, ni crecer tanto como actriz, ni llegar a aquello que alguna vez soñé.

-¿No?

-Ser la gran actriz (pausa) me preguntabas antes si hacía alguna vez un balance de mi carrera de casi 50 años. No sé (piensa) fui sincera continuamente conmigo misma.

-Eso tiene un precio social.

-Por supuesto. Cuando uno es sincero con uno y sincero con los demás. No es gratuito, claro. Pero dentro de lo que la sociedad lo permite, lo hice.

Porque tampoco estoy para andar cometiendo sincericidios permanentes porque entonces no entendí nada. Además, tratar de vivir sencillamente también tiene su precio. En eso no estoy muy lejos con lo que esperaba que me sucediera y con lo que esperaba hacer. Entonces en ese punto, siento paz, que no es poco en esta realidad agobiante

Texto: Mariano Oropeza (especial)