“La actuación tiene que ser algo vivo"

  GUSTAVO GARZÓN

El actor y director protagoniza "La madre" en Buenos Aires, mientras continúa por el país presentando su documental desde el alma, " Down para arriba".

   La obra teatral "La Madre" representa los vínculos familiares, se estrenó hace poco en el Teatro El Picadero, protagonizada por Gustavo Garzón y Cecilia Roth. Al respecto, señala el actor: “La historia muestra a una mujer frustrada e insatisfecha que no ha construido nada con su persona, sólo ha construido una familia. Pero el hijo se va, el marido (Gustavo Garzón) aparentemente se va, y ella se siente abandonada. Finalmente, su mente
se enferma debido a que no desarrolla ninguna otra experiencia en la vida que no sea la de esposa y madre. Sola no encuentra el sentido a la vida”.
Basada en el libro “Una mujer infeliz” de Florian Zeller, dramaturgo francés.
“Casualmente la única vez que trabajé con Cecilia hacía de ex-marido en ‘Días contados’, dirigidos por Oscar Martínez; con Andrea Garrote, la directora de la obra "La Madre", nunca había trabajado pero me gusta porque a este texto le da teatralidad, creatividad y humor; de lo contrario es una obra muy difícil de
digerir”.

-¿Existe un renovado interés teatral en la
problemática de la salud mental?

-Hay varias obras en cartel que tratan el tema, es una problemática actual que a la gente le gusta. Igual no sabemos nada por qué una mente se dice que está sana, y por qué una mente estaría enferma. Y por qué se enferma, y a qué se debe.


-Por su trabajo de actor y guionista, ¿es
observador?

-Soy observador en general, más allá de que escribo y actúo. Soy observador de las conductas humanas y de los vínculos, sobre todo. Ha sido también un punto débil en mi vida, uno siempre quiere reforzar aquello, lo que tuvo más debilidad (pausa).
Con el tiempo aprendí un poco más de los vínculos, a ser padre, a ser amante, a ser hermano, pero me costó mucho aprender a ser hijo, me costó mucho
aprender todo eso de golpe.

-¿Cuándo empezó este aprendizaje?

-Sin dudas con mi cáncer de lengua hace casi 20 años, por un combo emocional y de tabaco fatal.
Ahí empezó el cambio que continúa, a pesar de estos momentos también tan aciagos para todos los argentinos, y especialmente para nuestro sector. Hay que tratar de estar tranquilo ante el
odio y la injusticia, no entrar en la provocación, no responder con la misma moneda, dejar que se agote, y esperar la oportunidad de tener una vida mejor. 

Ser padres, ayer, hoy y mañana.

Gustavo rodeado de los hijos. Esa es la ventana pública de Garzón en las distintas etapas de su vida, antes en el duelo por el fallecimiento de Alicia Zanca, o ahora, acompañando a los
gemelos Juan y Mariano, quienes actuaron en el Teatro Cervantes en 2023. “Ser padre implica un compromiso con el hijo, una fidelidad, una presencia, sobre todo una escucha, y alguna vez, invocar alguna respuesta ¿Cómo darse cuenta que hiciste bien el laburo? Si los
ves felices, si los ves sonreír, si los ves en buena relación con la vida, que no tengan una relación tortuosa con los demás ni consigo, que les guste el sol, que les guste el mar, que les guste tener amigos, que les guste comer, que les guste el sexo, que les gusten las cosas que la vida nos ofrece. La tarea es que criemos hijos que les guste la vida”, asegura Garzón.

-¿Cómo se hace para actuar, o sea, para entrar en un mundo de ficción con esta realidad que describe?

-La ficción es esa bendición porque hace actuar a los actores. Nos sirve para descansar de nosotros mismos y de nuestra realidad; a buscar la vuelta, a generar, a inventar, a empezar cosas nuevas, a no darse por vencido.

-¿Qué significó “Down para arriba”?

-Emoción pura (se quiebra). Sigo presentando el documental por el país. Es un regalo que me han hecho mis hijos, Juan y Mariano, una película hermosa, sin querer, a pesar mío, porque sólo puse la cámara y mostré la vida de un grupo de personas con discapacidad y un profesor de teatro.
Lo que pasa es que son vidas tan luminosas, tan diferentes, tan alegres, tan amorosas, que sale una película emotiva que me llena de satisfacción. Para mí es un tesoro esa película y las charlas que vienen después. 

Cambiemos ignaorancia por abrazos

La familia Garzón viene trabajando hace décadas en la mejora de la calidad de vida de gente con discapacidad. Tamara, la hija actriz que recientemente lo hizo abuelo “primerizo súper feliz” con Miranda, “siento que se diferencia de los jóvenes y es que ella no me ve como un viejo, me ve como una persona más
de todas las que la rodean, entonces no está el prejuicio del viejo”, reflexiona el actor. En talleres y acciones concretas hacen mucho en la sociedad a la cual “todavía le falta mucho aprender. Ojo que uno aprende de lo que conoce, si no lo conoces, y tu vida no roza con personas con discapacidad intelectual, seguro te asustas cuando te hablan o se acercan. Más del 80 por ciento de las personas con discapacidad tienen un buen lenguaje para hablar, para hacerse entender, pero puede haber algunos que no, y acercarse a darles un abrazo y decirles hola, decirles gracias, ayuda un montón. Nos ayuda como sociedad”, cierra.

-Una faceta poco conocida la docencia,  ¿qué pretende transmitir a los alumnos?

-La actuación tiene que ser algo vivo porque lo que no está vivo no le interesa a nadie. Tienen que pasar cosas, haber tensiones y sentimientos, tienen que pasar situaciones que le interesen, e interpelen al espectador. Como dice David Mamet actuar es una cuestión de
coraje y mirar a los ojos. Estar presente presente, presente aquí y ahora; eso es el teatro que vale la pena.

-¿Qué le enseñan sus hijos?

-Tengo cuatro y cada uno me ha enseñado cosas distintas. Sobre todo, me enseñan a repensarme, a saber que no tengo ninguna verdad, porque ellos ponen mis verdades a prueba. Me enseñaron a desprenderme de mí mismo y sentir que en la vida no soy sólo yo.

Texto: Mariano Oropeza (Especial)