ARNALDO ANDRÉ
" LA VIDA ES ENERGÍA"
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PARA ARNALDO ANDRÉ NO PASAN LOS AÑOS. CON LA VITALIDAD DEL CHICO QUE VINO DEL PARAGUAY A CONQUISTAR EL CONTINENTE, EL ACTOR SALE DE GIRA CON “EL ENGANCHE”, UNA PROFUNDA REFLEXIÓN SOBRE LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES. UN ARTISTA QUE ES MUCHO MÁS QUE UN GALÁN DE TELENOVELAS.
“ESA ES LA VIDA”, arremete Arnaldo André del motor que lo mantiene activo, a más de 60 años del éxito con Mirtha Legrand en la exigente “40 kilates”, “Ganas de vivir que me llevan a estar en movimiento, nunca parar, aprender a valorar lo bueno y lo malo. Y encontrar desafíos permanentes para todo. Estar sentado en el living de mi casa no va conmigo, ni a los 20 ni a los 70. A mí me gusta el movimiento y los riesgos. Vivir es una actitud permanente de energía, lo necesito; ya sea para el trabajo como para mi persona. Tratándose de mi vida trato de buscar siempre nuevas motivaciones para seguir”, acota el amo y señor de las novelas latinoamericanas que disfruta a pleno cada función de “El enganche”.
Como si fuera la primera vez, esos ojos claros y la gola varonil melodiosa enganchan a la platea. Como si fuera la primera vez el actor sueña y seduce más que el galán. “Claro que la energía tiene que ver con lo espiritual. Me he pasado muchos años de mi vida buceando en mi interior, pensando en mi interior”, suelta una versión distinta del André 2D, menos presa del vértigo de la tevé, más feliz de la intensidad teatral que cubre la última década desde el Alfredo Monterrey de la tira " Los Únicos” en 2011.
“He llegado a la conclusión que lo que más me podía ayudar es tener paz conmigo mismo. No correr por el próximo trabajo. Paz. Contagiar esa paz a los demás. Me permite de pronto tomarme mis tiempos. Así las malas reacciones amainan, ya que, no soy tan perfecto”, estalla la risotada del actor paraguayo que se siente tan argentino como el dulce de leche y la tevé.
-Se lo suele observar públicamente de buen humor.
-A veces reacciono inmediatamente, mal. Cuando me tomo mis tiempos, puedo encarar mejor mis proyectos y mis relaciones. Contagio esa paz incluso hablando con la gente, aunque no la conozca. Me encanta hablar con camareros o vendedores de la calle. Espiritualmente necesito sentirme bien, tomarme un respiro, y pensar con claridad la vida. Estar con los otros en paz me ayuda.
-Este nuevo milenio lo muestra en papeles teatrales que conjugan la natural seducción en su actuación con una veta de comediante dramático, ¿”El enganche” va por ese lado?
-Es lo que busco para esta etapa de mi carrera. De esta obra me gustan las dos personalidades que se encuentran. No es lo típico que se espera de mí. Los dos son perdedores. Me permite la posibilidad de encarar otras facetas. Es una comedia que transita por el amor y la ternura, con algunos toques dramáticos. Y es algo que busco constantemente en los últimos años, salirme del galán. Con Osvaldo –Laport-, el director trabajamos mucho para que se plasme. Mi etapa de galán duró demasiado (risas).
Tendría que haber dicho que no a tiempo, pero fueron momentos en que las ofertas económicas eran suculentas. Todo cambió después que trabajé en un especial de Jorge Guinzburg, en los ‘90, y los productores vieron que podía interpretar otros papeles.
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-¿De qué trata “El enganche”?
-Es una obra ambientada en los ‘80, mi personaje es un hombre derrotado, que no tiene horizontes, que se engancha una noche con una mujer que es prostituta, una sorprendente Miriam Lanzoni. Ella ni siquiera sabe sacarle provecho a su trabajo. Él tampoco, un agente inmobiliario en bancarrota, y, peor, está en una lucha interna feroz de qué quiere para su vida.
Este hijo de San Bernardino, a unos 50 kilómetros de Asunción, Paraguay, de un perfecto castellano que varios colegas podrían imitar, Arnaldo lector voraz de pequeño, tuvo un ejemplo de dónde aprender las buenas costumbres: la Familia. “Nací en el núcleo de una familia muy unida. Que de pronto se sintió afectada por la pérdida del jefe, mi papá, un humilde sastre. Fue esa desgracia la que nos unió mucho más. Ya entendí que era el único hijo varón y que debía asumir la condición de jefe de familia. Pero no por eso había diferencias con mis hermanas, con quienes compartíamos mucho. Ésa fueron las grandes enseñanzas de mi mamá, que siempre estuvo para nosotros”, comenta Arnaldo que vivió de pequeño en el sur del Conurbano, iba al colegio en Bernal, regresó a su país a los 9, y retornó a los 17 para nunca más dejar Argentina.
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El actor realizó su primera telenovela en 1964, la icónica “El amor tiene cara de mujer”. En los ‘70, ya estrella reconocida en América Latina, sería el protagonista de una de los culebrones más recordados por los argentinos, “Piel Naranja” y “Rojaijú” (te quiero en guaraní, contraseña de una generación).
-Hablamos de que fue sostén de la familia a partir de los 11 años, , ¿considera que perdió su niñez?
-No (piensa). FuÍ adulto porque empecé a ser responsable, tenía compromisos con el trabajo y con mis estudios. Pero nunca dejé de disfrutar de mi adolescencia. Tengo lindos recuerdos de esos momentos, que involucraron a muchos sueños que concreté de adulto. Faltaría a la verdad si dijera qué tuve relegar cosas de la edad, los amigos, el primer amor, el primer beso, por las responsabilidades de ser jefe familia. Conocí todo lo que involucra la adolescencia y la juventud sin perderme nada. Incluso cuando volví a Argentina a los 17 años y mantuve a mi familia en el Paraguay. Hasta que conseguí que mi madre Doña Fernanda y mis cuatro hermanas, Finola, Irma, Chel y Mariné, vengan. Es una etapa que aún sirve mucho para ir creando los personajes que me tocan en suerte.
-¿Qué es para usted San Bernardino?
-Las raíces que siempre están conmigo. Las cuatro o cinco veces que voy al año…
A veces me quedo un par de días. Cuando filmé mi película, “Lectura según Justino” (2012), con Julieta Cardinali y Mike Amigorena, por primera vez, pude permanecer después de mucho tiempo casi un mes y medio. Conviviendo con mis coterráneos. Fue Inolvidable. Cada vez que me levantaba temprano, a las cuatro de la mañana a filmar, sentía el conocido aroma del amanecer y el gorjeo de los pajaritos. Todo lo que viví y dejé forma parte de mí (silencio sostenido).
Arnaldo asegura que terminó un segundo guión a la espera de la amansadora de conseguir presupuesto, pese a que su primera película recibió elogios, participó en festivales internaciones, y fue comparada con la obra de Federico Fellini.
La manera de cumplir su principal sueño, que era convertirse en estrella de cine, y que “por una necedad de la juventud rechacé la oferta de tres películas que abrían las puertas de Hollywood”. André fue, en cambio, estrella indiscutida de tevé. Era la época dorada de la novela argentina y sus servicios fueron solicitados de México a Venezuela, de Perú a Puerto Rico.
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-¿Hubo algún personaje que la gente no aplauda y que sea importante para usted?
-Fue uno que no tuvo un final feliz de mi época con Alberto Migré. Era un personaje de una novela inconclusa. En ese momento todos los canales quedaron en la órbita estatal (1974) y empezaron a caer interventores del gobierno, sin experiencia televisiva. Migré tuvo que elegir entre dos novelas, la mía con Soledad Silveyra, y otra con Satur.
Claudio venía del gran éxito de “Rolando Rivas” y contaba con un poderoso auspiciante, una bodega de vinos. Cortaron la cabeza del personaje en la que interpretaba a un preso. Duramos tres meses. También actuaba la gran China Zorrilla. Era un hombre que estaba detenido sin ninguna razón. Por buena conducta consiguió trabajar en una chacra donde había solamente dos mujeres. Se llamaba “Mi hombre sin noche” porque el personaje debía volver a la cárcel cada noche tras vivir un romance con la joven de la chacra durante el día. Esa me gustó mucho porque transcurría casi entera en el campo. Además, no hacía del típico galán y fue el primer papel que me permitió correrme de ese encasillamiento hasta “Gerente de familia” en los ‘90.
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“Nunca paré la pelota”, nuevamente a carcajadas el actor que compartió cartel con Luis Sandrini y Lautaro Murúa, en los ‘70, y en el año 2000 fue dirigido por Lucía Puenzo en “El niño pez”.
Al respecto agrega: “Jamás paro. Agradezco a Dios este impulso. Claro que al principio es duro, cuando las puertas que tocás no se abren, cuando pensás que no tenés que ver con este medio ni con la profesión, es duro. También lo padecí. Una vez que lográs entrar en la consideración del público y de los productores queda en uno mantenerse. Cuidando el trabajo, lo que hacés y quién sos. Siempre utilizo la frase de cabecera: saber decir que no”, comenta el actor que prefiere por el momento las tablas a la televisión, desechando ofertas que no lleven “energía y paz”, aunque desearía participar en series de plataforma, de las cuales es un agudo consumidor.
-¿Qué opinan sus compatriotas cuando declara que es argentino?
-Tengo que corregirte. Nunca dije que soy argentino. Dije que estoy en un país donde me abrieron las puertas y me recibieron como un argentino más. Pero las raíces uno nunca las pierde. Nací en Paraguay y mi corazón es paraguayo. Claro que sin Argentina no hubiese logrado todo lo que logré en mi profesión. Y soy, fundamentalmente, un hombre agradecido a este país y su gente.
-Ha despertado pasiones en miles, ¿cómo se lleva con los fans?
-No me molestan para nada. Los días que salimos de gira por la Costa, la gente está más distendida, tiene más tiempo, y te esperan para las fotos. Y después vas a cenar y se acercan. Ese itinerario de salir del hotel, ir al teatro, atender a los fans, es una ceremonia que adoro. Y ninguna de ellas me molesta en lo más mínimo. Cuando de pronto pienso que hoy estoy vigente gracias a ellos y, encima, pagan una entrada de teatro, es un gracias infinito.
-¿Y con la edad?
-Debo confesar que nunca estuve muy pendiente de ello. Colaboré mucho para que fuera así (pausa), con mi disciplina, mi cuidado con el físico, las horas de gimnasio y la actitud de vivir en paz conmigo.
Un arma que usé para mantenerme joven es el humor. Soy el hombre que sazona todo con humor. El humor te mantiene joven.
Estoy seguro que voy a tomar conciencia de mi edad el día que no pueda actuar más. Cuando el paso del tiempo me esté afectando. Y ahí voy a dejar de ser el Arnaldo que fui. Como afirma el personaje de “El enganche”, “Yo sé cuándo la cosa no va más”.
TEXTO: MARIANO OROPEZA (ESPECIAL)