“Es todo más fácil con humor"
JULIÁN WEICH
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EL CONDUCTOR Y ACTOR JULIÁN WEICH REGRESÓ AL TEATRO CON “VELORIO A LA CARTA” DESPUÉS DE DOS DÉCADAS. UNA CHARLA FRANCA DE PADRES, HIJOS, FAMA, SOLIDARIDAD Y PRESENTE, CON UN HOMBRE DE CONCIENCIA.
Quien es actor,es actor toda la vida, y en cualquier envase, diría Julián Weich. Antes de convertirse en uno de los conductores preferidos de los argentinos que protagonizó grandes sucesos televisivos, tales como, “Clave de Sol” y “La Banda del Golden Rocket”.
“Actuar es como andar en bicicleta, no te olvidás más. La verdad es que retornar a las tablas fue mucho más fácil de lo que pensaba. Muchos opinan que actuar es una cosa que se olvida pero no es así”, señala Weich, uno de los dislocados integrantes de la familia de funebreros y otras yerbas de “Velorio a la carta”, en cartel en el Teatro Regina. “La nueva obra es una comedia negra que tiene mucho más que un vértigo y gag de dibujo animado”, señala el actor dirigido por la dupla: Diego Reinhold y Gabriel Villagra. Actúan además, Alejandra Majluf, Celeste Campos, Fabián Arenillas y Nicolás Maiques.
-¿Qué piensa de la muerte?
-A mí con la muerte no me pasa nada. Me parece algo insignificante para preocuparse y algo muy importante para no querer morirse.
-¿Cuánto del conductor brota en las funciones?
-Todo; porque cuando trabajo de conductor uso todas las herramientas del actor. La diferencia es que cuando vos actúas, usás la letra de un guión; algo que no sucede cuando conducís, que sos vos. No hay disociación, ya que, no hay un modo de separar en mí el conductor o el actor.
-¿Disfruta de esta vuelta al teatro?
-¡Es una pieza con tanto humor! Para mí es todo más fácil con humor. Y del blanco, del puro. De las escuelas de mis referentes, tales como, Pepe Biondi, Mario Sánchez y Gianni Lunadei, con quien actué en “Matrimonios y algo más”.
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En simultáneo a la cima en ficción, Weich empezó en los ‘90 otro hito de la tevé, un estilo original de conducción lúdico y de a pie, con “El agujerito sin fin”. Fueron casi 20 años ininterrumpidos al frente de programas de entretenimiento y familiares en Argentina y España, entre ellos, “Sorpresa y media” y “¿Quién quiere ser millonario?”, que fraguaron a Julián en las retinas y las emociones. “Siento tanto el cariño de la gente que creo que nunca se van a olvidar de mí. Si uno mira mis redes -con miles de seguidores- notará que la gente me sigue queriendo como si yo estuviera en prime time, o regalando un departamento”, confiesa Julián, que condujo recientemente por canal 9 “Vivo por vos”, durante tres temporadas. “Cada vez que necesito alguna ayuda para la Fundación Espartanos -que lleva deporte a los cárceles- o para las casi 15 ONG´s que colaboro, la gente devuelve montón de ayuda y afecto, y me cuesta entender de dónde sale”, calla.
GRACIAS POR VENIR,GRACIAS POR ESTAR.
Julián Weich, famoso en los medios y respetado en el deporte de alto riesgo, con escaladas al Aconcagua, carreras a través de la Cordillera o buceo profesional, no viene de una cuna de oro. Y allí nació esa pasión solidaria que lo transformó en un infaltable de las acciones y campañas por el prójimo. “La actitud solidaria la aprendí en mi casa. En mi hogar porteño siempre fue ayudar al otro sin estar esperando nada a cambio. Mi familia viene muy de abajo, mamá del campo y papá criado en un conventillo, hijo de inmigrantes rumanos. Entonces los dos saben muy bien lo que es necesitar y eso es lo que me transmitieron. Esas enseñanzas las potencié con la televisión, así me empecé a involucrar cada vez más en la parte social, que es una manera linda de devolver todo lo que me dio la sociedad”, sintetiza Julián.
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-¿Y de dónde sale?
-Cuando vos haces cosas para el bien común, es lógico que te quieran. Es como con los políticos, que cuando toman una buena medida, los aman, y cuando se equivocan los odian.
-¿Cómo?
-Haber hecho durante 10 años “Un sol para los chicos” e instalarlo en la sociedad, realmente es un gran logro de aquellos que trabajamos tan fuerte los primeros años. Hoy se hace solo pero te puedo asegurar que los primeros años no fueron nada fácil.
SUPER PAPÁ
Si Julián Weich tuviera que elegir un rol, sin dudas es la paternidad. “Siempre quise ser padre desde muy chico y lo tomé muy en serio desde el arranque”, dice. Tiene seis hijos en una escala etaria que va de los 19 a los 33 años. “Hice y hago todo lo que puedo para ser el mejor padre, con errores y con aciertos. Siento que hice las cosas bastante bien, tuve mis falencias pero pienso que hice todo lo posible en cubrir sus necesidades e inquietudes. Mi legado es transmitirles los valores que aprendí de mis padres. También les transmití mi amor por la vida sana y por el deporte, pero cada uno después hizo su camino. Respeto las decisiones individuales de cada uno, aunque no las comparta, y los apoyo en los caminos que quieran emprender”, remarca.
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Julián Weich sabe de qué está hablando. Hace 30 años que es embajador argentino de la Unicef y lidera la primera marca social del país: “Conciencia,” que produce agua, tomate, arroz, pastas, cepillos de dientes y termos de gran calidad. La mitad de las ganancias anuales de esta empresa solidaria se destinan a la Cooperadora Hospital de Niños, a la Fundación Huésped, a TECHO y a Ruta 40. Otra de sus acciones públicas, de las varias que mantiene en bajo perfil, resulta en el Colegio Madre Teresa en Virreyes, que educa a los niños pobres en el norte de la provincia de Buenos Aires. Con un récord, previsible en cualquier proyecto público, “de los egresados secundario, la mitad trabaja, y la mitad sigue estudiando. La clave es la educación”, remata Weich.
-¿La educación es la gran solución a los problemas argentinos?
-¡Claro! Una persona educada puede pasar una situación difícil, porque cuando pida ayuda, lo hará de manera educada. No te va a dar miedo que se acerque una persona educada a pedir plata o trabajo. Cuando vos estás educado es más fácil comportarse como un par.
-¿Somos solidarios los argentinos?
-Como sociedad somos demasiado individualistas aún y no pensamos en la sociedad como un todo. Todos nos queremos salvar en forma individual. Mientras pensemos así, va a ser difícil que la sociedad se salve. Acá el gran cambio que nos toca es el cambio individual. Si cada uno cambia un poquito, cambia el país.
Texto: Mariano Oropeza (especial)
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