Con el foco puesto en el momento presente es posible lograr armonizar el cuerpo, la mente y el espíritu. Algunas recomendaciones para alcanzar la meta.
En la vorágine de la vida diaria, perder el eje de la atención en el momento presente es sin dudas una de las acciones más comunes. Esto en el tiempo se traduce en mayor nivel de estrés, pérdida del control de las emociones, incremento de la ansiedad, entre otras consecuencias que repercuten directamente con la calidad de vida de cada individuo.
La filosofía mindfulness, que traducido significa mente plena o atención plena, es una alternativa efectiva para recuperar el equilibrio natural del vínculo entre el cuerpo, la mente y el espíritu.
Los momentos de ocio y de esparcimiento son sin dudas los más concretos, ya que, la satisfacción, el placer que se experimenta permite ser consciente del aquí y ahora específico.
Algunas técnicas sencillas del mindfulness permiten recuperar esa conciencia del presente, reduciendo el estrés y la ansiedad que oxidan el bienestar general.
Para lograr la armonía del cuerpo, la mente y el espíritu es preciso incorporar en la vida diaria determinados hábitos, tales como, enfocarse en el momento presente, no calificar las emociones y/o sentimientos, o pensamientos sólo aceptar.
Enfocarse en el momento presente también implica estar atento a lo que ocurre en el interior de uno y del entorno inmediato.
En otras palabras, entrenar la conexión integral es la base para adquirir el mindfulness.
Practicar a diario el mindfulness genera beneficios increíbles a medida que se va naturalizando el hábito. Una de las principales ventajas es que reduce el estrés y la ansiedad, dos factores que restringen el bienestar.
En este sentido, es posible aprender a controlar y dominar las emociones y posicionarse ante las adversidades de una manera menos invasiva con herramientas eficaces para superarlas.
En consecuencia, aumenta la capacidad de enfocar la mente y la claridad mental ganando mayor concentración.
Lo principal es tomar la decisión de querer cambiar los malos hábitos, ser consciente del esfuerzo que ello implicará.
Un entrenamiento inicial requiere observar la respiración, tomar conciencia del aire que inspiramos y el que expiramos; el breve lapso de apnea antes de una nueva respiración.
Mientras se realiza el ejercicio de la respiración forzar la atención a las sensaciones que se experimentan al respirar.
Esto mismo replicarlo mientras uno come, bebe, camina o ejecuta cualquier acción.
Otro ejercicio que se encuentra en la rutina del mindfulness es el diálogo interno, expresar las emociones, describirlas, enunciar la experiencia completa de lo que se siente sin calificar ni etiquetar.
Un ejercicio por excelencia del mindfulness es la meditación. Al menos una vez al mes debería dedicar un momento del día para realizar una meditación profunda.
Para ello será necesario buscar un lugar cálida, cerrado o al aire libre, donde predomine el silencio.
La práctica se puede hacer parado, sentado o recostado. Siempre se comienza con los ejercicios de respiración consciente (como la técnica 4-4-4) y la atención plena en lo que sucede en ese momento.
Es posible que al comienzo la mente tienda a dispersarse, en esos casos se continua con la respiración forzando establecer la atención en las sensaciones de la respiración; los pensamientos que surjan sólo hay que percibirlos, es fundamental mantener una actitud neutral en este sentido, no calificar ni evaluar, ni dar entidad a los pensamientos porque son objeto de distracción.
Un tratamiento epigenético puede ser parte de un ensayo clínico. El proceso suele implicar tomar muestras biológicas tales como, sangre, saliva o tejido.
También se realizan análisis de laboratorio para corroborar los patrones de metilación del ADN y otras marcas epigenéticas para identificar los defectos a corregir.
Finalmente, se prescribe la administración de fármacos específicos, como inhibidores de DNMT o HDAC, para modificar la expresión génica y tratar o prevenir la enfermedad.
Normalmente estos tratamientos se aplican en personas que padecen cáncer, procesos de fertilización, diabetes, obesidad mórbida, patologías poco conocidas, entre otras afecciones que implican tratamientos invasivos para el organismo.
En definitiva, la epigenética es una alternativa para contrarrestar ciertas patologías que se encuentran en estudios permanentes para un control menos invasivo que ofrezca una mejor calidad de vida al paciente.
Fuente: www.genome.gov